“Una casa digna”. Pobladorxs, proyectos y utopías urbanas durante la Unidad Popular (1970-1973).

Un amasijo de mármol y lodo: Santiago hacia 1910.

En 1910, el mismo año que Chile celebra el 100 aniversario de la Independencia, el pedagogo Alejando Venegas escribe Sinceridad, una serie de cartas dirigidas al Presidente de la República, Ramón Barros Luco. En ellas denuncia que los orígenes del defectuoso desarrollo urbano, radica en haber entregado la ciudad a los municipios los que, convertidos en una poderosa fuerza electoral y económica, han caído en manos de los grupos más inescrupulosos e inmorales. Ellos son los responsables de que las ciudades chilenas y, en particular Santiago, sean un:

 

 

«amasijo de mármol y de lodo, de mansiones que aspiran a palacios y de tugurios que parecen pocilgas, de grandeza que envanece y de pequeñez que avergüenza»

 

Aunque Chile se apresta a celebrar “dignamente” el centenario como nación independiente Santiago, su capital, no logra:

 

«ocultar sus calles mal pavimentadas y cubiertas de polvo, sus acequias pestilentes, sus horrorosos conventillos que en vano trata de disfrazar con el nombre modernismo de cité, sus interminables y desaseados barrios pobres»

 

Por la misma época, un viajero suizo, Albert Malsch escribe irónicamente que en Chile todo es «apariencia» y describe descarnadamente la situación de los llamados «conventillos»:

 

 
«Allí, encerrados como los chinos, los más miserables se reúnen en un patio donde cada familia ocupa un compartimiento. A esto se llama «conventillo», especie de falansterio donde cerdos, gallinas y niños se mezclan confundidos con la basura. Nubes de moscas se agitan sobre las acequias rojizas que fluyen hacia la entrada y se posan sobre la boca de los recién nacidos. Todos duermen sobre la tierra apisonada. Se hace la comida en una vieja olla de fierro enlozado y no hay otra agua que la de las cloacas que arrastran acarreando el tifus y la muerte».

 

No obstante, el centenario no pasa en vano: se realizan diversas obras urbanas. Son creados varios ramales de ferrocarriles que permiten la conexión de la ciudad con sus nacientes suburbios. Así, se inaugura la ruta desde la Plaza Baquedano – hoy en 2020 Plaza de la Dignidad – hasta el Cajón del Maipo. Se construye una nueva estación de ferrocarriles en el norte de la ciudad: la Estación Mapocho, que junto al Museo de Bellas Artes en recién estrenado el Parque Forestal, exhiben los aires modernistas de la capital.

 

 
Pero, en 1929 ocurre una debacle: a consecuencia de la Gran Depresión mundial, las minas del salitre en el norte quiebran y miles de trabajadorxs se desplazan a las ciudades en busca de posibilidades laborales. Se unen de esta manera a las migraciones de campesinos pobres que huyen de las condiciones feudales imperantes en la campo de Chile.
 

 

Santiago, como centro industrial, recibe el mayor contingente de trabajadorxs y cesantes y de campesinos pobres que sobreviven a duras penas gracias a la ayuda mutua. Se multiplican las «ollas comunes», pero, el problema de la vivienda y del acceso a los servicios se hace crítico. Por doquier reinan las enfermedades y la muerte.

 

Se inician las ocupaciones y el gobierno crea la CORVI.

Los miles de nuevxs pobladorxs que llegan en busca de trabajo y educación construyen donde pueden sus viviendas, sobre todo en terrenos públicos no urbanizados. A principios de la década de los 50s un tercio de los habitantes de Santiago vive conventillos o en “poblaciones callampa” sin acceso a servicios y en condiciones miserables, comenta el sociólogo Mario Garcés:

 

 

“Ahora en términos de estudios y las estadísticas el año 1952 se hizo en Chile el primer Censo Nacional de Vivienda y en ese censo ya era evidente esta realidad ¿no? Y el censo estableció que en el nivel nacional el déficit habitacional alcanzaba a un tercio de los chilenos, del orden del 30%. Yo en mis estudios, estudiando más específicamente Santiago establecí que más o menos el déficit alcanzaba el 36%, pero esto implica que cuando Santiago tenía 1 millón y medio de habitante a principios de los 50, medio millón vivía en poblaciones callampa, en conventillos o en la otra forma muy chilena y que tiene una expresión muy chilena “vivía de allegado”.

 

 

Estas abrumadoras cifras tiene también su correlato en la acciones políticas, tanto por parte del Estado, como de los mismxs pobladorxs que extienden sus organizaciones. El gobierno de Carlos Ibáñez del Campo crea en 1953 la Corporación de la Vivienda (CORVI), organismo que se propone dar soluciones habitacionales al país erradicando las “callampas”. Pero, aunque la CORVI reasentó a varias decenas de miles de personas – sobre todo durante el gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964) -, tenía una dificultad de origen y se vio rápidamente superada, concluye Mario Garcés.

 

 

“El problema es que la construcción de la CORVI alcanzaba para sectores populares que tenían empleo y que tenían algún recurso, y que podían hacerse parte de estos planes, los pobres pobres de callampa o conventillo, no tenía ninguna posibilidad de postulación, por lo tanto la CORVI funcionó pero con muchos límites, con mucha debilidad. Eso hizo que año 1957 se produjera una invasión importante de sitios, en Chile se llama “toma de sitio” o “toma de terreno” que dio origen a la población La Victoria y yo sostengo que en algún sentido allí se inaugura esta disputa con el Estado, en el sentido que el mensaje que los pobladores de la Victoria le dieron el Estado es: “si ustedes no construyen, si el Estado no construye, nosotros construimos directamente nuestras viviendas”.

 

En efecto, muchas organizaciones de base y territoriales adoptan el método de la autoconstrucción, promovido internacionalmente por el arquitecto John Turner, por medio de una filosofía comunitaria.

 
 

1957: la toma de “La Victoria”.

La noche del 30 de octubre de 1957, alrededor de 1.200 familias provenientes del cordón de miseria de la ribera del río Mapocho de Santiago se toman un terreno llamado “La Chacra, La Feria”, en un sector relativamente céntrico de Santiago.

 

 

“el movimiento había aprendido que para tener éxito con la toma había que juntar simultáneamente en una noche al menos 500 familias. Todas ella provistas de una bandera chilena y de una carpa o cualquier elemento que permitiera guarecerse. Era octubre, tiempo bajo el punto de vista de la temperatura bastante bueno. Y así fue. En la toma partió aproximadamente a la 1 de la mañana. La gente llegó en los medios más inverosímiles, llegó en bicicleta en carretera, de mano, en bulto, todo. Parrillas, trasladándose silenciosamente hasta llegar a instalarse en la toma”.

 

La acción organizada de lxs pobladorxs produce inmediatamente la intervención de la policía, pero la toma está organizada y la gente resiste. Además, varios profesionales cercanos al Partido Comunista intervienen para hablar con el Cardenal José María Caro, quien accede a mediar ante el gobierno. Unos días después el gobierno acepta que lxs pobladorxs se queden. Así, debido al triunfo se bautiza la población como La Victoria.

 

Inmediatamente el camino abierto por La Victoria es seguido por otrxs organizaciones de pobladorxs “sin casa” desatándose una ola de ocupaciones en las que resuena un mensaje de gran valor político: la legitimidad del derecho a la vivienda no proviene del aparato (procedimental) del Estado sino de la acción colectiva organizada. La acción directa de la “Toma” se convierte así en la puesta en práctica de derecho a la vivienda. A través de las tomas de terreno, los barrios de la ciudad de Santiago se construyen con la participación activa de miles y miles de pobladores.

 

 

El gobierno de Eduardo Frei: de la “Operación Sitio”a la “Operación Tiza”

En 1964, en medio de un movimiento continental de transformaciones y demandas socio-políticas, el demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva gana las elecciones en Chile con un lema de “revolución en libertad”. En el ámbito de la vivienda su programa promete integrar a los sectores pobres a las redes de la ciudad, evitando que continúen viviendo en asentamientos informales. En 1965 se crea el Ministerio de la Vivienda (MINVU) y se pone en marcha la “Operación sitio”

 

 

 

“ La Democracia Cristiana empezó a construir, pero muy pronto los planes quedaron por debajo de las necesidades y tal vez ya el año 65 y 66 esto se hizo visible en el contexto, muy propio de Chile, de un temporal, terremoto en la zona central, todos esos problemas agudizaban los problemas de vivienda entonces la DC inauguró paralelo a sus planes más formales de vivienda, un programa que se llamó “Operación sitio” y era un programa que consistía en entregar un sitio urbanizado, es decir, con agua potable, luz eléctrica, en lo posible con alcantarillado si no completo por lo menos en desarrollo y una pequeña vivienda prefabricada, ese fue el plan. Y habida cuenta también de los avances tecnológicos que permitían una industria de la madera con más desarrollo, la posibilidad de casa prefabricadas, en fin, el año ’65 la DC contaba con unas 10.000 viviendas de este tipo, digamos, por lo tanto la operación sitio podía empezar con una asignación de unas 10 mil. Y, entonces, en ese contexto se llamó a las personas más pobres a inscribirse en las oficinas del estado y del ministerio con a efecto de hacerse parte de este programa. La inscripción duró prácticamente una semana y el primer día se inscribieron 10 mil y otros 10 mil el segundo, en fin, bueno al término de la semana había unos 56 mil inscritos, por lo tanto la Operación sitio tenía 10 mil soluciones y la demanda y las necesidades eran 6 veces más mayor”.

 

Entre los años 1965 y 1970, unos 70 mil sitios fueron entregados, beneficiando a más de 380 mil personas. Sin embargo, la calidad de los sitios urbanizados era dispar, con lo que pobladores y opositores a esta política pública la comenzaron a llamar “Operación Tiza”, porque en muchos casos las entregas no superaban más que un lote trazado con este material.

 

El arte también se compromete con los pobres de la ciudad.

Hacia fines de la década de los 60s en Santiago, hay más de un millón de personas “sin casa”, casi un tercio de la población total. Las organizaciones de base se lanzan otra vez a la ofensiva conquistando también las simpatías de los sectores medios y llamando la atención de intelectuales y artistas, que expresan en sus creaciones las importantes transformaciones que se dan en las ciudades chilenas.

Victor Jara la Toma

 

En 1966, con motivo de otra toma importante, de la población Herminda de la Victoria, aparecen diversas obras artísticas como la película experimental de Douglas Hübner, Herminda de la Victoria (1966) y el disco conceptual de Víctor Jara, La Población (1967).

Douglas Hübner

 

 
Paralelamente, en la murallas de las ciudades comienzan a aparecer consignas y dibujos que plasman la emergencia de una cultura popular en la que lxs pobladorxs se constituyen como un importante actor político.

 

La Unidad Popular: la vivienda digna y el mejoramiento urbano “con la gente…”

Así, con un movimiento poblador en alza y con más de 150 ocupaciones en Santiago y otras ciudades, el programa de gobierno de Salvador Allende, candidato de la coalición de izquierda Unidad Popular, tiene claro que la vivienda es un problema político central. Por ello, cuando llega al gobierno en 1970 se propone realizar la mayor hazaña en la historia de la vivienda popular: la construcción en 1971 de 79.250 viviendas y completar la urbanización de 120.505 sitios. Pero, además establece que el derecho a la vivienda sólo es posible si se abandona la lógica mercantil y se trabaja directamente con la gente. El arquitecto Miguel Lawner estará al frente de esta política:

 

 

“Nosotros ya en el programa habíamos establecido que íbamos a darle prioridad a los sectores que hasta entonces no habían tenido nunca opción para su solución al problema habitacional.”

 

“Nosotros derogamos, mas bien no la derogamos pero incorporamos un nuevo factor que se llamó urgencia habitacional. Prioritario para definir las soluciones, a quien iríamos a favorecer con nuestro programa y esto permitió hacer realidad lo que se planteó , una solución social urbana sin pregonarla tanto pero practicándola de verdad. Porque el suelo urbano no le dimos valor especulativo con lo que se iba a permitir que en buenas localizaciones pudieran estar los que aspiraban a una solución habitacional que pudiera establecerse. Porque en general ayer como hoy la demanda habitacional suele siempre localizarse en el lugar donde la gente ya vive, ha creado sus arraigo, relaciones y todo” (…)

 

“De tal manera que de un programa habitacional exitoso, el primer año cumplimos, construimos 100 mil viviendas registradas por el servicio nacional de estadística, creo. Sabemos que hubo un número importante también en las zonas rurales que no registraban las estadísticas oficiales en Chile como consecuencia de la Reforma Agraria que hubo que implementar. Pero aquí el hecho es que hicimos muchos y prioritariamente fueron aplicados a los sectores sin casa”.

 

 

La Villa “San Luis”: una utopía hecha realidad.

Al frente de la Corporación de mejoramiento Urbano (CORMU) , Lawner se propone combatir la segregación en la ciudades de Chile. Bajo su dirección, la CORMU trabaja en coordinación directa con los comités de vivienda constituyéndose en un ejemplo de trabajo horizontal y cooperativo. Su lema es: el mejoramiento urbano no puede hacerse en prejuicio de la gente, debe hacerse con la gente.

 

En 1971, el gobierno popular hace un gesto claro para con el movimiento de pobladorxs sin casa y pone en marcha el proyecto “Villa San Luis”, una obra de gran envergadura justo al centro de una de la comunas más pudientes de la la capital.

 

 

 
“Esto es la razón por la cual nace la Villa de san Luis en la Las Condes destinada a los sectores sin casa de la Las Condes que en general es de personas como son ahora. Trabajadores de la construcción que viven en las Condes y donde su principal fuente de trabajo, en La Condes, Vitacura y Lo Barnechea, eran empleadas domésticas que trabajan ahí, jardineros, chóferes, etc. A título de que se aspiraban a seguir a estar en la esconde donde estaba su presumida fuente de trabajo, iban a para en la Pintana por los problemas de tránsito que ya había … 15: 33. Y no había razón alguna salvo que se especulara con el valor del suelo como suele pasar, pero nosotros no lo hicimos. Se pudo resolver así y todo el programa nuestro de la CORMU está en todo lo que hicimos en el gobierno popular está inserto al interior de la circunvalación Américo Vespucio. Es decir en los sectores donde efectivamente existía la demanda habitacional. Un magnífico proyecto.”

 

 

El proyecto “Villa San Luis” se hace realidad en 1972 y consiste en una nueva urbanización con su estructura habitacional de 27 edificios y 1.038 departamentos y significa la intervención urbana más emblemática de la Unidad Popular.

 

La KPD y la solidaridad de la URSS

Aunque el gobierno de Allende tiene la urgencia de construir viviendas, los problemas de abastecimiento de materiales, producto de la reacción interna y del bloqueo externo, dificultan mucho la tarea. Como si fuera poco, en julio de 1971 un fuerte terremoto de 7,5 grados en le escala de Richter sacude la zona central del país, dejando miles de casa en ruinas en la provincia de Valparaíso. Entonces, la solidaridad del bloque socialista se pone en marcha. La URSS dona un fábrica completa de paneles para casa prefabricadas y envía técnicos para que capaciten al personal local, recuerda el trabajador de la fábrica, Servando Mora:

 

 

“Sí, llegaron en un barco. E incluso se habla mucho de que se habría instalado otra fábrica en Concepción y los barcos que venían con esa planta tuvieron que devolverse porque los pilló justo el golpe militar y tuvieron que… se devolvieron, no alcanzaron a llegar al país porque se hubiera establecido esa planta en Concepción. Era un proyecto grandioso la verdad es que aparte de la dignidad de la gente, del trabajador de vivir en esa clase…donde son 56 m², nunca aquí en Chile se va a construir para un obrero o para gente del pueblo se va a construir unos departamentos de esa magnitud.”

 

 
La KPD (Edificación con Grandes Paneles» del acrónimo ruso «КПД ) fue impulsada en el período de Nikita Kruschev en América Latina y tiene dos versiones fundamentales: la versión cubana denominada «Gran Panel soviético» (1965) y los paneles «KPD» (1972), la versión chilena. Mora relata cómo empezó su trabajo en la KPD:

 

 

“Bueno y yo no dudé porque yo era soldador, ya tenía mis conocimientos como soldador en las dos cosas , y al arco.Y pensaba que yéndome a KPD no solamente aparte de realizar una labor política iba a acceder a la tecnología que traían de Rusia y aprender de eso, cosa que así fue, entonces por eso nos fuimos a trabajar a KPD, yo fui a trabajar a KPD que fue una etapa muy enriquecedora y aparte de eso el orgullo de estar participando en un proyecto que era el proyecto simbólico del presidente Allende de la vivienda de trabajar en la vivienda y para nosotros construir en ese momento era más allá de labores profesionales era también colaborar con el proyecto del presidente”.

 

El edificio de la UNCTAD III: que lo vea todo el mundo.

En 1971 las Naciones Unidas (ONU) decide, en perjuicio de México, que la Tercera Conferencia para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD III) se realice en Chile. El gobierno acepta y emprende la construcción de un moderno edificio para recibir a los más de 3.000 delegadas de todo el mundo que asistirán a la conferencia. Recuerda Miguel Lawner:

 

 

“Debe haber sido fin de marzo del 71, una concentración pública que tuvo lugar en la plaza de la constitución y que terminó con una intervención de Allende. Y cuando terminó el presidente su intervención yo estaba como un asistente mas allí. Dijo: tengo que comunicarles que Chile ha tenido el honor de ser designado sede de la próxima sede de la próxima conferencia mundial de la UNTAC III, tercera UNTAC, palabras que como comprenderás nadie tenía la menor idea de lo que significaba. Entonces el presidente añadió: Esto representa para nosotros un doble desafío. Primero tenemos que organizar esta conferencia donde asisten 3000 delegados provenientes de todo el mundo. Y segundo tenemos que construir un edificio porque no hay en Chile un edificio que pueda recibir esta conferencia.”

 

El presidente decide que la construcción de edificio recaerá sobre la CORMU y designa a Miguel Lawner como su responsable. Además, indica que el edificio debe levantarse en la Alameda (principal calle de la capital) para que “lo vea todo el mundo”. Comienza así una tarea contra el tiempo, pues el equipo dispone de menos de 1 año para realizar la obra. La construcción atrae la atención de todos los sectores, de la izquierda que ve en el edificio la realización de la utopía de un futuro socialista y de la derecha que espera y hace todo los posible para que la obra fracase. La socióloga argentina Mirta Palomino vive la historia de cerca, pues su departamento se ubica frente al futuro edificio:

 

 

 

“Había un cartel luminoso donde decía faltan “48 días, 47 días, 46 días” muy emocionante porque además en esa época era un edificio muy gigantesco”.

 

Con la ayuda de miles de voluntarios, los últimos cuatro meses se trabaja las 24 horas, en turnos netos de 8 horas. Diversos artistas nacionales e internacionales donan sus obras para el proyecto y se produce una impresionante resultado de arte integrado a la arquitectura, afirma el arquitecto Miguel Lawner:

 

 

“No se ha hecho en Chile ni creo que se vaya a hacer de nuevo, una obra semejante. Con este nivel de belleza y de compromiso, de relación arte y arquitectura a admirable, desde el comienzo mismo. Los artistas no llegaron a colgar unas telas en las paredes del edifico, sino que nos ayudaron a proyectar las puertas, los faroles, los cielos de cristal. Algunos pavimentos como el ingreso a la cafetería que diseñó nade menos que Nemesio Antúnez, etc. también de artesanos como las bordadoras de Isla Negra que hizo un tapiz maravilloso: la geografía de Chile de gran tamaño, desaparecido como la mayoría de las obras, o Manzanito, el mimbrero excepcional que colgó estos pescados de mimbre, ahora hay una réplica que no tiene la calidad de lo que hacía Manzanito, pero bueno…”.

 

El 3 de abril de 1972, el edificio de la UNCTAD III es inaugurado por el presidente Salvador Allende, quien en su discurso de inauguración señala: “La pasión y el fervor con que todo un pueblo construyó este edificio, son un símbolo de la pasión y el fervor con que Chile quiere contribuir a que se construye una nueva humanidad que haga desaparecer la necesidad, la pobreza el el temor..”

 

 

 

 

“El edifico muy rápidamente generó una atractiva popular inverosímil. Ya durante la conferencia era curioso ver, mientras hablaba la conferencia, la aglomeración de gente. Que se juntaba afuera, en la calle de la Alameda, una avenida ancha … simplemente para ver, porque era en Chile la primera vez que tu veías esto: africanos, asiáticos, con estas vestimentas tan espectaculares, la gente estaba tonta. Le tiraban a tocar, le pedían autógrafos, en consecuencia el edificio fue efectivamente concebido como un lugar abierto, para la comunidad.

 

El sociólogo argentino Héctor Palomino fue uno de los visitantes en aquel tiempo:

 

 

“Funcionaba sobre todo como comedor estudiantil, ese comedor era un lugar de reunión… funcionaba bastante y la mayor parte de nosotros íbamos a comer cotidianamente, nosotros no éramos estudiantes porque estaba abierto a todo el mundo. Íbamos a comer ahí y por otra parte en la UNCTAD se hacían montón de actividades, el congreso de sociología se hizo en la UNCTAD una vez inaugurado y eso era fantástico ver a todos los sociólogos del continente en frente de nuestra casa, era maravilloso eso”.

 

Pero, además de las múltiples reuniones y conferencias, el edificio de la UNCTAD III, que luego pasa a llamarse Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), se convierte en un lugar de reunión de artistas populares, recuerda Miguel Lawner:

 

 

“Rápidamente tods los jóvenes, sin que nadie lo tuviera programado empezaron a tocar guitarra. venía cualquiera y se paraba ahí a hacer mimo, cantar, cualquiera se presentaba allí y nadie los estaba programando pero resultaba natural. En consecuencia por supuesto que el edificio tuvo una vida… fue concebido como un espacio abierto para la comunidad funcionó así hasta el golpe militar”.

 

1973. Vuelta atrás: la Dictadura cívico-militar y la vivienda como mercancía.

Con el Golpe Militar de 1973 y la llegada de Augusto Pinochet al poder, la vivienda deja de ser un derecho irrenunciable de las personas y pasa a ser “un derecho que se adquiere con el esfuerzo y el ahorro”. La Dictadura prohíbe además las organizaciones de pobladores y establece que el acceso a la vivienda es una cuestión individual.

 

De esta manera, la segregación social se incrementa fuertemente con la liberalización del mercado del suelo. El valor de los terrenos urbanos céntricos aumenta considerablemente y comienza una fuerte especulación del suelo. Esto afecta particularmente a las poblaciones informales que se ubican en esa zona las que son erradicadas violentamente desde el centro de la ciudad hacia la periferia, concentrando la pobreza en comunas que no contaban con los equipamientos de salud, educación o empleo necesarios para el desarrollo, explica el estudioso de la historia de la ciudad, Mario Garcés:

 

 

“Los logros de los pobladores a la altura del Golpe eran de tal magnitud que era muy difícil hacerlos retroceder. Tú no podías eliminar las poblaciones que había surgido en los 60s, pero, lo que sí los militares podían hacer e hicieron fue expulsarlos de los sectores altos de la ciudad, los sectores de alta plusvalía del suelo. Entonces, los grandes erradicados en los años 80s son los pobres que había logrado habitar el sector de Las Condes, el sector alto de la ciudad. Y en el otro campo lo que la Dictadura hace es controlar la Junta de Vecinos, de establecer un sistema de soplones, de control administrativo y policial”

 

Rápidamente la dictadura emprende la destrucción de los símbolos que el gobierno de la Unidad Popular había levantado en la ciudad. El edificio de la UNCTAD III es ocupado, clausurado y muchas de la obras de arte son destruidas y saqueadas. La Villa San Luis, por su parte es puesta bajo control militar, los departamentos son allanados y los dirigentes detenidos. Las familias son obligadas violentamente a dejar sus viviendas, trasladas en camiones del Ejército y abandonas en lugares periféricos de la ciudad, mientras sus casas son entregadas a familias de militares. En los 90s el gobierno de la Concertación legaliza la ocupación de los militares, la villa es vendida a una inmobiliaria que procede a la demolición de los edificios…dejando solo su memoria.

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Epílogo: el regreso de lucha por una vivienda digna.

Durante los 17 años de Dictadura Cívico-Militar (1973-1990), la memoria de la Unidad Popular es proscrita y su símbolos destruidos o difamados. Más tarde, el modelo neoliberal de la postdictadura impone una estilo de vida basado el individualismo y el consumo, en desmedro de la solidaridad y el espíritu colectivo que caracterizó el tiempo de la Unidad Popular. Pero, los barrios populares guardaron esa memoria y la han vuelto a hacer visible a través de una nueva generación de pobladorxs que demandan vivienda digna para todxs.

 

 

Hoy a pandemia del COVID-19 expone las desigualdades que sacó a la superficie la revuelta social de octubre de 2019. Otra vez miles de pobladorxs de los barrios pobres recurren a las ollas comunes para poder comer, una necesidad no cubierta para todxs y reclaman su derecho a la ciudad. Regresan las Ollas Comunes, tal vez como señal de que un nuevo ciclo de luchas se abre paso en las ciudades de Chile.